Mientras estudiaba cine, Julien Frey conoció a Édouard Luntz. El director afirmaba que su carrera se truncó por culpa de Darryl F. Zanuck, el último magnate de Hollywood.
Después de un rodaje épico en Brasil en mayo de 1968 y un presupuesto multiplicado por veinte, el productor estadounidense habría hecho desaparecer su película, Le grabuge. Años más tarde, Julien descubre que es toda la obra de Luntz -quien rodara con grandes de la escena francesa como Jeanne Moreau o Michel Bouquet, que varias de sus películas fueran seleccionadas a concurso en los festivales de cine Berlín, Cannes y Venecia y que algunas de ellas fueran premiadas- la que es inencontrable. Julien decide buscar esas películas perdidas.