En el centro de la teología política se halla la articulación entre universalismo y exclusión, entre unidad y separación.La tendencia del Dos a hacerse Uno a través de la subordinación de una parte al dominio de la otra: todas las categorías filosóficas y políticas que utilizamos, a partir de la categoría, romana y cristiana, de persona, reproducen todavía ese dispositivo excluyente. Por tal razón, el distanciamiento de la teología política -en el que consiste la tarea de la filosofía contemporánea- pasa por una radical conversión de nuestro léxico conceptual. Únicamente cuando le hayamos restituido al pensamiento su «lugar», relativo no sólo al individuo sino a toda la especie humana, podremos librarnos de la máquina que desde hace demasiado tiempo aprisiona nuestras vidas.