Cuando Max se puso su disfraz de lobo le entraron unas ganas irrefrenables de hacer travesuras, y entonces su madre le llamó «¡MONSTRUO!» y Max le contestó «¡TE VOY A COMER!». Y le castigaron enviándole a la cama sin cenar. Encerrado en su habitación, Max imagina que navega lejos, a un mundo de monstruos donde él es el rey de todos.