Divine es mucho más que aquello que sabemos de él. Su historia es la de un chaval de Baltimore acosado por otros niños que tuvo la suerte de toparse un día con otros marginados (el cineasta John Waters y su troupe cinematográfica) que le aceptaron y le quisieron sin condiciones. También es el relato de alguien que consiguió tirar de disciplina y sentido del humor para exagerar todo aquello que los demás odiaban de él y proyectar su ira contenida en los revolucionarios e inolvidables personajes a los que dio vida durante su carrera. Pero, sobre todo, es la historia de un artista serio y perseverante que deseaba con todas sus fuerzas ser famoso y lo logró, revolucionando por completo la cultura pop del siglo XX.
“La figura de Divine, en todo su concepto, sigue siendo hoy un revulsivo, más aún si tenemos en cuenta que una parte del colectivo LGTBQ camina hacia lo puramente normativo. Su imagen, con la lengua fuera o guiñando un ojo, nos sigue diciendo que se puede ser bella con más de cien kilos. Que el exceso de maquillaje nunca es exceso y que la libertad no debería de tener límites. Le bastó tan solo una decena de largometrajes y unas cuantas canciones para dejar huella. Una huella imborrable que ahora Álex Ander logra reivindicar, con cariño y meticulosidad. No lo duden, Divine es inmortal.” Del prólogo de Valeria Vegas