Desde el sanatorio donde está siendo tratada de tuberculosis, una joven responde a la carta que acaba de recibir, en la que su amante le anuncia que ha decidido romper su relación para casarse con otra mujer. Extenuada por su enfermedad y desgarrada por un amor bruscamente truncado, la narradora se rebela contra la banalidad que desprenden las frases de quien hasta entonces consideraba su gran amor. Con un estilo seco y afilado, Déjeme es, más que un ajuste de cuentas, una indagación sobre la soledad, la decepción, la seducción y la naturaleza del amor romántico y carnal en la que Sauvageot no cede a la autocompasión ni al patetismo: su arrojo y su modernidad siguen siendo incuestionables un siglo después.
Elogiado por grandes escritores del momento, como Paul Valéry, Clara Malraux, René Crevel, Robert Brasillach o Paul Claudel, Déjeme constituye el testimonio de una mujer fuerte que, negándose a interpretar el papel sumiso que su amante le asigna al proponerle cambiar el amor por una amistad –supuestamente– consoladora, no se pliega a los restrictivos códigos morales y sociales de la época.