Y de repente, una mañana cualquiera, se cumplen cuarenta años. Después de soplar las velas todo parece normal, como si no hubiera cambiado gran cosa, pero de a poco algunos detalles comienzan a cobrar una importancia desmedida. La muerte y el calentamiento global, por ejemplo, se transforman en un horizonte cotidiano, tal como las múltiples arremetidas de la vida, que se combaten al modo de Montaigne en el penthouse de un hotel brasileño o encontrando consuelo en pequeños jardines o en curiosos juguetes para gatos. Estos textos de Gonzalo Maier son pequeñas epifanías sobre el paso de una edad a otra, lo inevitable de los cambios y las continuidades secretas que nos atraviesan y determinan. Vida diaria, literatura, infancia: un cóctel para celebrar la mitad del camino.