Podría pensarse que el interés que despierta la obra Coriolano en la época contemporánea se debe a su carácter eminentemente político. Añadiríamos que quizá sea la más inteligente también.
La obra enfrenta a dos fuerzas irreconciliables: el general Cayo Marcio Coriolano, con su odio y desprecio al pueblo, y este manipulado por los tribunos populares.
La lucha se agudiza y se convierte en un apasionante juego de espejos dentro del marco turbulento de una ciudad dividida por el odio social y político. Coriolano, después de luchar por su país, quiere ser cónsul, pero necesita los votos de los ciudadanos. Un hecho que se aviene mal con su carácter que le llevará al destino trágico del héroe.
Felizmente, no podemos hacernos una idea cabal de hacia cuál de los dos bandos se inclina la voluntad del autor. Y esa indefinición permite que la obra interese al público más amplio.
La traducción de Eusebio Lázaro refleja certeramente el estilo lacónico cortante “de piedra y bronce” del texto más brillantemente razonado de Shakespeare.