La comunicación de masas, que extiende su influencia a la cultura, a la política y al arte, parece una varita mágica que transforma factores de debilidad como la inoperancia, la retractación y la confusión en demostraciones de fuerza. Al dirigirse directamente al público, pasando por alto todas las mediaciones, aparenta ser democrática, pero en realidad ejerce un forzamiento que homologa toda diferencia.
Partiendo de tres episodios a modo de ejemplo, el autor se vale de las contribuciones de semiólogos, filósofos y psicoanalistas (Eco, Derrida y Lacan, entre otros) para mostrarnos el origen de la comunicación, sus mecanismos, su dinámica y sus deformaciones. La única posibilidad de revertir los efectos de la comunicación, según Perniola, reside en un sentimiento estético de las cosas que no se aleje demasiado de las necesidades y las expectativas reales de los individuos, ni caiga en la idolatría de la ganancia inmediata y del éxito a cualquier precio. Así, las nociones de desinterés, discreción y moderación, junto a comportamientos «irritantes y provocadores» como el desafío, el ingenio y la seducción, llegan a adquirir un nuevo carácter y una inesperada eficacia sobre la realidad. Teniendo en cuenta factores como estos, nos inclinamos a creer en la posibilidad de otra globalización, fundada en una relación de comprensión y convergencia entre Occidente y las culturas extraeuropeas.