Prestar oído al hablar desmandado de la gente y, en juego de ritmo y medida de las artes combinatorias de la poesía, ordenarlo o desordenarlo para devolverle al pueblo lo que de él se toma prestado, ese es el verdadero oficio del poeta. Es en las aguas del lenguaje corriente y moliente donde la poesía abreva. Siguiendo, pues, la huella de las tradiciones orales populares, esta antología poética es la par escritura, visión y canto: un intento de que la lengua suelta cuente y cante las penas y alegrías de cualquiera. Esta edición se enriquece notablemente con las sugerentes ilustraciones de Dinah Salama.