«Uno de los pocos ensayos filosóficos, entre los publicados en Europa en los últimos años, que no se limita a mover muebles carcomidos de un rincón a otro de la habitación, sino que propone una mudanza a lo grande». Paolo Virno Desde los riders en bicicleta hasta los agentes de bolsa, las nuevas formas de producción capitalista reclaman la activación completa de nuestra capacidad de actuar y pensar con las palabras. Solo al hablar con los otros (y con uno mismo) es posible encontrar estrategias para convencer a un cliente, apostar contra la deuda de un Estado nacional o adivinar el recorrido más rápido para entregar una cena de comida japonesa. Mazzeo llama «capitalismo lingüístico» a la pareja formada por la explotación extrema y el trabajo basado en las capacidades verbales de los seres humanos, y rescata la noción de «historia natural» —a caballo entre el género narrativo y el científico— para tratar de dar cuenta del modo en el cual el capitalismo emplea las facultades típicas de la especie. Solo si somos capaces de distinguir el lenguaje de la servidumbre comunicativa, la infancia crónica de