Obra fronteriza, híbrida, a caballo entre el teatro y el cine, entre el drama y el guión cinematográfico, Campo francés es una novela para ser vista, que salta de las tablas a la pantalla, de la escritura a la representación, encadenando fotogramas de la memoria del horror. La forma misma del libro, próxima a la cinematográfica, exigía «una fácil y gran ilustración fotográfica»; por ello, incorporó la reproducción de fotografías de la prensa francesa de la época LIllustration, Match y los sobrecogedores grabados de Josep Bartolí.