Dennis Rader, un padre de familia modélico, tenía una doble vida: bajo esa aparente afabilidad y bondad se escondía un asesino cruel. Pero Rader cometió el error de la vanidad y, comunicándose a través del diario local de su ciudad, The Wichita Eagle, a quien anunció que su contraseña sería Bind them, torture them, kill them (átalas, tortúralas, mátalas) abrió la espita para que le rastrearan informáticamente. Después de treinta y un años impune, actualmente cumple cadena perpetua por diez asesinatos.