Brasil es un caso aparte entre los Estados más importantes del mundo. Con la quinta mayor masa de tierra y población, es una gran potencia, la segunda del continente americano tras EEUU. Al mismo tiempo, la historia y geografía han hecho a Brasil más aislado y autónomo que cualquier otro Estado de magnitud comparable: el idioma lo diferencia de sus vecinos, y es una república muy antigua incluso desde parámetros occidentales. Cultural y psicológicamente, la sociedad brasileña en gran medida dio la espalda al mundo hispano que lo rodeaba; también a Portugal. El resultado es una cultura nacional autónoma, sin los vínculos de sus vecinos con un pasado común. Ni siquiera en Estados Unidos -con sus fosos oceánicos y su divino excepcionalismo- existe un pensamiento tan inconsciente del país como una civilización en sí misma, ni siquiera EEUU se aproxima a Brasil en su grado de introversión.