Autobiografía no autorizada nos transmite tranquilidad. La sensación que nos produce es la del vecino abriéndote la puerta, como si lo conocieras de toda la vida. Nos invita a penetrar en su mundo, imponiéndonos su ritmo, sus costumbres, sus amigos, y nos dejamos llevar. Todo fluye. Nos vemos absorbidos en una serie de historias cortas donde entran y salen personajes en situaciones que a veces parecen salidas directamente de nuestro cotidiano. Y cuando no, nos pica la curiosidad. Navegamos entre la empatía y el narcisismo, como un reality show, pero sin publicidad. Y como lo dice Daisy Fontana con tanto acierto: "no por leerla serás más listo, pero al menos sabrás por qué no lo eres".