Amadora es una heroína de andar por casa, siempre a merced de los deseos ajenos, siempre dispuesta, no sea que se encuentre de pronto con que nadie la necesita. A Amadora la vida se le ha ido con el estribillo «no me puedo quejar». De un día para otro, el dolor llega a su vida y Amadora se siente como una niña a una señora pegada: señora cansada y dolorida. Un monólogo polifónico para cuerpos y voces dedicado «a las que nos parieron».
«¿Me está diciendo que la ciencia envía cohetes al espacio,pero no puede hacer nada por mi dolor?».
«¿Hay otra manera de sentirse libre que no sea trabajando como una hija de puta también fuera de casa o colocándose?».