Antropología/sociología
Isbn: 9788430619160
Editorial: TAURUS
Colección: Pensamiento
Fecha: 10 / 2017
Precio: 14.90 €
Fuera de stock
¿Es preciso que cada uno defienda la identidad cultural de su propio país? ¿Dónde se encuentra el punto óptimo entre la tolerancia y la integración, la aceptación de las diferencias y la reivindicaciónidentitaria? François Jullien, uno de los filósofos contemporáneos de más crédito del mundo, pone las herramientas de la filosofía al servicio de quienes quieran eludir las trampas del debate sobre la defensa de la identidad cultural, que atraviesa toda Europa. No debería hablarse de «identidad» -pues la cultura se mueve y se transforma-, sino más bien de recursos culturales, no exclusivos ni predicables, al alcance de cualquier persona, y que cada país debe no tanto proteger sino más bien explotar. Tal redefinición de conceptos permite evitar un falso debate que parece no tener salida. La crítica ha dicho...
«Un opúsculo sabio y combativo dirigido a contener la deriva identitaria y resistir a la amenaza de la uniformización.»
Le Monde «Jullien se enfrenta al desafío de definir la identidad cultural en este ensayo brillante.»
Le Figaro «No hay identidad cultural: esta es la tesis refrescante de Jullien, con cuyo libro deberían hacerse todos los políticos.»
Le Point «Un ensayo contundente que al fin eleva la discusión. Una reflexión intercultural fructífera y estimulante.»
Le Temps «Jullien, uno de los raros intelectuales franceses leídos en todo el mundo, rompe su habitual discreción para entrar en un debate que sacude toda Europa. Una puesta a punto indispensable.»
Le Magazine Littéraire «Breve y eficaz. Un ejercicio filosófico brillante.»
Slate
Filosofía
Isbn: 9788498413939
Editorial: Siruela
Colección: Biblioteca de Ensayo / Serie mayor
Fecha: 09 / 2010
Precio: 26.00 €
Fuera de stock
«¿Hay valores universales? ¿Dónde situar lo que es común a todos los hombres? ¿Cómo concebir el diálogo entre las culturas? Para responder a estas cuestiones, hemos de observar el surgimiento de lo político a partir de lo común y remontar el curso de la compleja historia de nuestra noción de lo universal, rebasando el punto de la invención del concepto y observándolo en la ciudadanía romana o en la neutralización de todas las divergencias que se produce gracias a la noción de la salvación cristiana. Pero convendrá interrogar a las demás culturas: ¿acaso no es la búsqueda de lo universal la singular preocupación de Europa? Es hora, en efecto, de abandonar el universalismo fácil y el relativismo indolente, y de volver a determinar cualitativamente unos derechos humanos absolutos, de pensar de nuevo el diá-logo de las culturas en términos que no sean de identidad y de diferencia, sino de distancia y de fecundidad, sin olvidar el plano común de lo inteligible; de considerar por tanto que esas culturas son otros tantos recursos que hay que explorar, a pesar de estar amenazados por la moderna tendencia del mundo a la uniformidad. Y es que sólo esta pluralidad de las culturas permitirá sustituir el arraigado mito del hombre por el infinito despliegue de lo humano, según queda entre ellas promovido y reflejado.»
François Jullien