Narrativa
Isbn: 9788418782053
Editorial: Ediciones La Uña Rota
Colección: libros del apuntador
Fecha: 11 / 2021
Precio: 15.00 €
Fuera de stock
El 21 de enero de 1930, la revista Estampa daba el pistoletazo de salida a la serie «Los otros», integrada por ocho «interesantes reportajes que nuestro compañero Ignacio Carral ha vivido entre las gentes hambrientas, sin hogar, entre los rateros y los ladrones, los vagabundos y los mendigos, los desarrapados, en fin, que pululan por los suburbios de Madrid».
Ignacio Carral, acompañado del dibujante Francisco Rivero Gil, se había despedido de su mujer y su hija y de los compañeros de la redacción para afrontar un descenso al Madrid más desfavorecido y peligroso que empezó en el Rastro, donde los reporteros, que no llevaban un céntimo, trocaron su ropa por unos trajes «hechos puro harapo», unas zapatillas con la suela rota y tres duros. Un mes duró la aventura.
De la mano del periodista Carlos Álvaro, rescatamos —por primera vez, íntegramente, en forma de libro— este viaje hacia lo desconocido que Carral narró de manera ágil y veraz. Mucho antes de que Hunter S. Thompson cultivara el llamado periodismo «gonzo» en las páginas de la revista Rolling Stone, en España hubo periodistas capaces de mimetizarse con la realidad que después trasladaban a sus lectores.
Historia
Isbn: 9788418782152
Editorial: Ediciones La Uña Rota
Colección: Libros del apuntador
Fecha: 05 / 2022
Precio: 9.00 €
Fuera de stock
En 1920, la ciudad de Segovia apenas sobrepasaba los 16000 habitantes, un buen número de casas estaba en ruinas, los cortes de luz eran habituales y había problemas con el suministro de agua. Una ciudad tan pobre «que no enciende los candiles a la noche», escribió Ramón Gómez de la Serna.
Sobre este trasfondo, descrito a grandes rasgos, el Ayuntamiento de Segovia toma la decisión de erigir un monumento al comunero Juan Bravo con motivo del cuarto centenario de su decapitación. El lugar escogido: la plaza de las Sirenas, en San Martín. El escultor: Aniceto Marinas. Pero surgió la oposición de un grupo de jóvenes, entre los que destacaban Ignacio Carral y Mariano Quintanilla, por un lado, y el marqués de Lozoya, por otro, quienes, con argumentos, removieron cielo y tierra para detener lo que consideraban un atentado estético contra una de las plazas más bellas de la ciudad.
Algo insólito en aquella Segovia dormida. Ante el desprecio de la prensa local, Ignacio Carral decidió publicar en 1922 el presente alegato, un ejemplo admirable de cómo la polémica puede ser generadora de conversación y debate.