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TRASMUNDO DE GOYA

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El viernes 19 de marzo, a las 19h en el Auditorio CICUS, Pedro G. Romero conversará con lxs editorxs de Media vaca, Vicente Ferrer y Begoña Lobo para inaugurar la exposición Trasmundo de Goya que, a partir de la nueva edición de Media Vaca, estará en la Sala Casajús del CICUS desde ese mismo viernes 19 hasta el 15 de marzo.

En 1963, con la edición de Trasmundo de Goya de Edith Helman comienzan a ajustarse las interpretaciones del Francisco de Goya autor de los Caprichos, Desastres, Tauromaquias y Disparates, obras singulares que anuncian la modernidad con una complejidad que, básicamente, siempre se ha intentado simplificar en nombre de la técnica, del progreso, del porvenir. Helman nos ayuda a leer las ilustraciones de Goya -entiéndase aquí ilustración con sus minúsculas- en relación a los autores con los que compartió algo más que un mismo tiempo histórico. Intelectuales y amigos como Jovellanos, Cadalso y Moratín, vendrán después Tzvetan Todorov para hablarnos de la superioridad de pensamiento de Goya, incluso por encima de Goethe o de Rousseau; Victor I. Stoichika para demostrarnos como la filosofía de Goya amplía el campo mismo de lo que consideramos ideas o László Földényi para hacernos entender, desde el propio legado de Goya, el porqué su obra escapa a lo que tradicionalmente se llaman paradojas o contradicciones de la Ilustración, escrito, ahora sí, con sus mayúsculas.

Aprovechando la actual edición de Media Vaca, en su misma promoción, tras las ediciones de Revista de Occidente en 1963 y Alianza Forma en 1983, con un despliegue inédito de imágenes y complementos, abrimos un apasionante gabinete de lecturas, siempre a contrapelo, de esos modos de hacer de Goya. Interpretaciones, sí, pero, decididamente, y siguiendo a Susan Sontag, en un ejercicio contra la propia interpretación. Están las muchas versiones históricas de un Goya costumbrista, un Goya moralista, incluso de un Goya político. También el delirio productivo con el que Goya lleva a la locura al grabador De la Herrán y a la lucidez al escultor Oteiza. Un último apunte reivindica a la generación de autores goyescos, verdaderamente expulsados del canon artístico académico y de la memoria de nuestra modernidad -y quizás una de las razones paradójicas de nuestro actual provincianismo-, artistas tenidos por «menores» como Rosario Weiss, Francisco Lameyer, José Zapata, Eugenio Lucas Velázquez, los Becquer o Leonardo Alenza.

A los Caprichos de Alenza dedican sus trabajos un grupo de artistas contemporáneos: Efrén Álvarez, Nathalie Bellón, Misha Bies Golas, Ricardo Cadenas, Salomé del Campo, Daniel Carvajal, Mauro Cerqueira, Carolina Cordeiro, Silvia Cosio, Carla Filipe, Antonio Gagliano, Curro González, Federico Gúzman, Patricio Hidalgo, Victor Jaenada, Julio Jara, Mim Juncá, Abraham Lacalle, Lola Lasurt, Chema López, Gloria Martín, Xisco Mensua, Luis Navarro, Elvira Pujol, Pedro G. Romero, Inmaculada Salinas, André Sousa, Joan Vilapuig, Oriol Vilapuig.

Una exposición «menor», sin duda, en el sentido que Gilles Deleuze y Félix Guattari dieron a la palabra: por un lado desterritorializar, por otro, otorgar voz a la comunidad.